domingo, 19 de septiembre de 2010

Llovizna y faroles


Cuando yo sea viejo, canoso, arrugado y sin dientes; a pesar de los efectos del alzheimer o de las lagunas mentales causadas por la edad, lo que nunca dejaré de recordar será la noche de ayer misma.

El zócalo de la ciudad se vistió de lluvias fuertes y faroles blancos que a su contraluz se dejaba ver esa cortinita de agua pasando en diagonales perfectas hasta el suelo. Nosotros no nos mojabamos. Nosotros solo veíamos el espectaculo entre guiños y atenciones; pues la mayoría de esta estaba centrada en la música de Fernando Delgadillo.

Y la otra mas grande parte de la atención: en el uno para el otro. La Novia y yo.

Reconosco que no había escuchado tantas de Delgadillo como yo habría querido para ese concierto. Si bien me fasciné con Entre Pairos y Derivas; Julieta, Hoy ten miedo de mi, y otras cuyo nombre he olvidado por efecto del alzheimer; el resto de las canciones que interpretó fueron excelentes de igual manera.

Alejados de ello, el romance (del tipo nuestro, que es muy distinto al romance general de todas las parejas) nos mantuvo tibios entre los vasos grandes de refresco y el paragüas sin mango. A ese pobre que ha pasado por tiempos dificiles pero aún le hace a la lucha de seguir protegiendonos bajo la lluvia.

Fueron casi dos horas de música. Dos horas de la mejor compañera a mi lado, de una bella melodía a lo lejos y de mucha lluvia cayendo sin miedo por el frente de los faroles. Ahuyentando a los poco pacientes, a los poco romanticos, a los pocos secos y a los pocos que no sabian que a Fernando Delgadillo le gusta cantarle a los enamorados.

Salud.

2 comentarios:

Gessekai dijo...

... también tirarle en la cara al gobierno su incompetencia y lo tonto del asunto por el que lo invitaron.
Aw, pero todo fue tan bonito, todo, casi todo.

J.P. Medina dijo...

La gente lo arruinó. Como si fuera una mancha de café sobre una laptop.

¡Ups!

Que proximamente se repita. ¿Va?

Salud.