domingo, 23 de agosto de 2009

De vuelta a Quien-Sabe-Donde (III)


Singing in the rain
Últimos días

Para cuando el Domingo divisaba a las madrugadas yo ya habia olvidado a que había ido hasta ese reino. Era algo que me había despertado el sabado de insomnio con una cuestion de importante renombre.

Pero poco ya importaba.

Los paseos a la ciudad fueron distintos a los que conocía cuando era yo mas joven. Eran contrastes muy interesantes del centro historico a los limites de la ciudad. De cierta forma estaba mas enamorado de sus cuestiones antropologicas que las de un pedazo de tierra poco cuidado.

Sin embargo, había espacios cerca de colinas y montes donde se podían ver mejor las estrellas y pasear al perro era pasear al perro. De esos lados donde hacé todo el frío pero tampoco se quebraban los huesos al tintineo.

Mas bien una danza.

¡Y entonces tantos bares en equis! Como cubriendo lo mas que se pueda esos espacios de bebida, tabaco y música incandecente. Y vamos bien acompañados, lo que por primera vez hace de visitar los mausoleos del alcohol un poco mas atractivos y agradables.

Suficiente con los unicelulares.

Entonces llovía. Era un torrente, aguacero, acompañado por un viejo Rock & Roll que se acompañaba a café y una armonica de buen gusto.

Todo era tan normal que de repente me asusté.

Las cenas, la música, las noches, las risas. Y entonces despedida. Ni siquiera haberme despedido de mis compañeros, de aquellos que seguían trayendo botellas e invitaban otras más porque un tapatío en esas tierras es casi incauto, morbo de zoologico.

Pero para que despedirse, si de todas formas uno va a volver de nuevo, porque es fascinante todo ese frío de clima, los cafés, los tangos y milongas. Trovadores. Viajes en el tiempo y porque, como he dicho desde siempre: Un hombre debe tener prioridades.

Hasta pronto, viejo mundo.

Salud.

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