domingo, 20 de junio de 2010

Todos los mundos al bar


Fue hace cuatro años cuando entré a mi primer bar. No sabía nada de ese mundo, pero siempre lo habia considerado como un hotel de paso; donde las historias iban y venian através de la barra, y la unica almohada era una copa de alcohol de cualquier precio.

La primera vez que entré a un bar, lo hice trabajando. Sin saber lo que era beber, fumar o hasta observar.

Yo seguia pensando en que era un trabajo y nada mas; y olvidaba el trasfondo de conversar, conocer y añadir al testimonio miles de historias que por ahi transitaban con lentitud.

Después empezé a fumar, uno o otro cigarrillo al dia, nada mas. Uno al ir y otro al cerrar. Mirando cansado al cielo nocturno.

Tambien aumento mi ingesta de alcohol. Cuando no trabajaba, bebia en el mismo bar; acusado de melancolía y tristeza. Me quedaba mirando a la barra y recargaba cigarrillos en el cenicero. Escuchando al trovador cantar desafinado y contando el tiempo de mi estadía.

Conforme pasó el tiempo, fui cambiando de bares en plan de visita y tour. Era evitar estancarme en los mismos banquillos, en las mismas barras de madera y con el mismo entorno.

Me hice observador. Estudié los mundos post-apocalipticos de hoteles de paso. A sus amantes infieles, a los violentos inadaptados, a los que se pudrían en las mesas, a los que huían de su pasado (a estos ultimos sobretodo, a los que eran como yo).

Después dejé de trabajar. Beber y fumar se hizo mas personal. Mi casa fue mi bar.

De repente volvía pero extrañaba tener el consumo necesario para caer en la desgracia. Salí y busqué mas puertos. Encontré algunos y los especimenes eran diferentes. Con problemas cada vez peores, cada vez mas raros, cada vez mas morbosos.

Recorrí incluso subnormales. Ramificaciones llamadas cantinas, centros botaneros, antros y equineros.

Cuando por fin me desligué del caos, me adentré mas en conocer los planos bidimensionales de la gente que pasaba por ahi.

Así, en lugares como el ultimo en el que trabajé, conocí mucha gente, mucho desastre e historias de asesinatos, de crimenes pasionales, de abandono y desilusion. Los bares son hoteles, pero hoteles que van succionando el cuerpo. Lo van agotando.

Se alimentan de los principios y poco a poco buscan como hacertelos traicionar.

Por eso mismo, el jueves que pasó, fue el ultimo día de trabajo en bares. No mas Changos Bar, ni Chambimbe, ni Stage Club.

Honro esas habitaciones, esos cuentos grafiteados en sus paredes y los ecosistemas curiosos, distintos, que eran estos acá en Guadalajara.


Seguiré visitando estos zoologicos. Lo haré porque me gustan; porque cada uno es parte del todo. Cada uno es una lucha constante contra la cordura y la locura. Es retar al honor, al legado que has dejado.

Y por mas que lo intenten, nunca podrán quebrantar mis prioridades, mis ideologias y el respeto que me he ganado y el que se merece la gente que me quiere.

Salud, mis paises de las maravillas. Salud Chambimbe, Ramblas, Iguanas y Jijurria. Salud Changos, Septima Luna, La otra Terraza y los etceteras ajenos.

Es hora de aparcar en otros hoteles de paso.

Salud.