jueves, 27 de mayo de 2010

Noches de Arrabal (II)


Continuando con la seleccion de zonas clandestinas, anoche topamos con los bares y antros homosexuales del centro.

Abundan, y los especimenes de ese genero también.

No estoy en contra de nada relacionado a ese tema; les apoyo pero de formas un tanto vale-madristas.

Sin embargo, entrar a uno de esos mundos te asegura dos cosas: un infierno de lugar cerrado y el estrepitoso retumbe del lugar por la musica tan alta (y peor, no de la de mi agrado).

Y uno que ni siquiera le gusta bailar...

Por suerte la cerveza es barata; el concepto del lugar no pasa de ser un monton de estatuillas griegas, imagenes deformadas y enormes condones encuadrados.

Curioso.

Pero hay otros, los bares gays, que no estan tan mal. Mas callados, la musica sigue siendo no de mis predilectas, pero al menos hay un balcon y una cubeta para tres con conversaciones generales.

Al salir, uno sabe que mirará animalitos mitologicos ya ebrios, ya dormidos o en conflicto. El hambre acecha y nos vamos directamente al mismo de siempre.

Tacos, tortas, lonches, hamburguesas, hot-dogs. La comida une naciones y todos se relajan tratando de pasar el mal trago del alcohol.

Al llegar a casa reflexionas de todos los personajes que acompañaron las noches de arrabal: El hombre manos de tijera, el hombre-mujer que siempre pasea al perro a las once de la noche, los punketos que escuchan banda, los federales, los policias y los traficantes conviviendo en la misma mesa.

Cosas así.

Y bueno, a pesar de lo viceral del asunto... se muy bien que voy a extrañarlo.

Salud.

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