lunes, 17 de mayo de 2010

Mr. Sombre goes to a Piano Bar


No podía contener la emocion.

Cuando dijeron, de repente, tras una noche pesada y descolorida que iriamos a un Piano Bar, no pude contener la emocion.

Y es que esos pequeños mundos son lo unico que queda de unos tiempos mas simples.

Son los unicos lugares donde aun queda esperanza romanticista a la orilla de un vestido a lentejuela, a la quinta nota del piano o sobre un microfono con aroma a esconcés en las rocas.

Sería mi primera vez en un lugar asi.

Al principio dudé de su reputacion. El Gato Verde sonaba a un antro de segunda disfrazado de Piano bar.

No obstante, al entrar encontré lo que buscaba.

La cantautora en vestido rojo. El viejo pianista descansando los dedos en el teclado. El guitarrista divirtiendose a la copa y el compas.

Las bebidas iban y venian. Los asientos, tan viejos y tan nuevos, comodos a la epoca que parecia ser aquel ambiente.

Me pedí un whisky y empezó la musica. Piensa en mi, El breve espacio, El dia que me quieras, Besame mucho y Perfume de Gardenias nos acompañaron en el corto tiempo que quedaba de servicio.

Faltó el humo.

Por primera vez, el ayuntamiento y sus legislaturas habian arruinado de forma permanente una epoca dorada de costumbres sencillas y elegancia cotidiana. No mas cigarros en el cavaret.

Aun asi salí al porton, donde todavia podía escuchar las melodias y me terminé un tabaco a la luz de los faroles y la noche larga.

Cuando volví, el antojo a un vino blanco debió ser intercambiado por el de un vino tinto. Algo acido, algo seco, pero agradable al paladar.

La musica siguió. Primero con la pareja de guitarra y voz, al final el dueto de piano y voz, que curiosamente provenía desde detras de la barra.

Nos quedamos solos a las 2:45 de la mañana.

La vieja cantante cerró cuentas y se pasó a retirar.

Nosotros salimos, y echando un viztaso desde la azotea, fumando un ultimo cigarrillo... nos despedimos de la experiencia de vivir en los años treinta.

A falta de sombrero.

Salud.

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