miércoles, 28 de octubre de 2009

Desde el mas acá: historias del mas allá


Desde que tengo uso de razón sobre mis viajes a la Ciudad de las Plumas, siempre que vuelvo a casa me ataca un frío mortal.

¿Será que de repente me doy cuenta que ya no tengo sus brazos alrededor de mi? Será que mi cuerpo es mas lento de lo que creía y entonces ya no sabe cuando o cuando no ser paranoico.

Sea como sea, siguye sorprendiendome la capacidad que tengo para evadir la realidad. Me traigo los vientos y fríos desde allá para reconfortarme y no sentirme tan alejado de la Ciudad de las Plumas.

Debería dejar esas obsesiones compulsivas.

Entonces es obvio. Fui, me quedé y regresé. Un plan a tres partes que a veces me gustaría considerar hacerlo de dos.

Y me he acostumbrado al hecho, claro está. Uno ya puede dormir en el trayecto en caravana, sin preocupaciones ni alteraciones de segunda. Quizas un tanto congelado por los frescos, pero nada que una bufanda no pudiera arreglar.

El jueves fue un dia normal. Quizas un poco anticipado y por ello era obvio una posible extrañeza.

Puebla me recibió como recibe a sus heroes de guerra. En silencio y con su gente relajada.

Las calles todavia tranquilas y esperando como se espera a lo Gardel. Fumando. Acompañado por Dostoyevski y la pregunta de como se debe saludar a los amores de oriente del país.

La mañana concurrió tranquila y verla venir hacia mi siempre es una imagen casi biblica. De las que blasfeman o prefieren respetar. Y lo dice Sabina: Mi religion siempre a sido el cuerpo de mujer.

Entonces es llegar al cuarto. Arremeterse y mirar caricaturas. Mirar y no mirar. Verla irse y aguardar en un pequeño bar en la esquina a ver si vuelve y a ver si vuelve con su imagen de antiguo y nuevo testamento.

Pero nada. No importa.

El viernes los dias mejoraron. Las mañanas tomaron una forma casi de cincel, martillo y brocha. Un viejo auto-exiliado, romanticista de colores, conversandome los viejos mundos (los mejores), hablando de pasiones desmedidas.

De nuevo verla llegar y despedirse del cansado que aún tenia fuerzas para otras piezas arrumbadas.

Ah, hotel, dulce hotel. Gardel, mucha Guerra y Sabina al cigarro y disimulo.

La noche, que llega la noche y tomamos café a la sombra de un farol, empapados en sudor y barreando a la muchacha.

Danzar con los dedos. Jugar a nuestro juego favorito (al otro, al que estamos en nuestros cabales y tenemos lapiz y papel). Reír, molestar, sorprender.

Au revoir de nuevo. Ya se viene el sabado.

Y viene con tarde de cine, con Una de romanos. Pedir ventana hacia al mar. La tarde resiente la poca atencion y se hace otra vez de noche. La salida por el centro. Ese tomado de la mano que uno mira tanto por los barandales y sueña con que eso suceda pronto otra vez.

La cubeta con los interpretes del genio de Ubeda. O con el Nano. O con el Flaco con terminaciones jalisquillas.

Salir porque la dama quiere salir. La lluvia es tan ocurrente y de repente sucede. Es uno de esos momentos que hacen que un miserable deje de ser tan miserable.

Y con esos escenarios. Que caray, todo un golpe al organo mas literario del escribidor.

Dormir y ya es domingo. No dan ganas de levantarse, pero hay que agarrar fuerzas porque es el ultimo día y hay que ser el mas fuerte de los dos.

El pintor de nuevo. Los meseros otra vez. Despedirse y a darse de epopeyico por las calles de la ciudad. No hay rincon que no se vea, que no se escuche.

Aclarar los puntos. Se escucha por ahí Penelope. Maldito sea Serrat.

Una cena en casa, hogareña. Un combate a tres dimensiones.

Migracion llegó por mi. La caravana se iba y Yo tambien detesto a Bogart. Pero esta vez de formas ironicas y contradictorias. No le gustan las despedidas (a nadie, ni a mi) y no nos ponemos de acuerdo en como ignorarla.

Un beso, una risa, un abanico entre los dedos y a dormir de nuevo.

Hibernacion hasta llegar de nuevo al viejo mundo. Caramba. Enroscado con ideas de venganza y sangre. Un poco de efecto mariposa.

Si, si, y me he enfermado. Quizas ha sido el cambio de clima o el repentino y diferente alimento. Sin embargo, yo digo que he enfermado por cuestiones más sumisas e hipertensas. Quizas por el frío que hace allá afuera.

Aunque haya un sol de medianoche que no deja de hervir los zapatos.

Salud.

1 comentario:

Diego G dijo...

Felicidades por tu viaje, maldito el regreso. Ya tendrás oportunidad de Volver, cual Gardel.