sábado, 13 de noviembre de 2010

El último hombre muerto


Desde hace unas noches, y olvidandome de que alguna vez existió una academia que respetaba casi en su totalidad, he estado trabajando finalmente en mi novela, aprovechando la inspiración que deja el frío de la temporada en la nueva ciudad.

Dirían por ahí que: Inspiration its a bitch. Y no es para más.

Aún trato de perfeccionar el cuento que quiero como un regalo. Aún estoy batallando con las energías desbocadas de cuidar de El Hotel Azul de Mademoiselle Lucy, Ay Lola, que Dolores y claro, el otro resto de historias incompletas.

Sin embargo, con el transcurso de los dias, lo aprendido en ciertas investigaciones y haciendo caso de la infáme fortuna de la inspiración tan poco considerada, he empezado la novela que ni siquiera había estado predispuesta como futuro proyecto.

El título es: El último hombre muerto.

Arrebatado por esta pasión sobre los asesinatos, el trabajo deductivo, el misterio y el asombro del cambio de páginas, he empezado una novela con tintes destructivos. No en el ámbito personal, sino en el ámbito de la propia novela en sí.

La historia se centra en un hombre pasado de los treintas que después de seis meses de que hubiera desaparecido su novia, empieza un trabajo de investigacion exhaustivo que lo llevará a sorprendentes verdades. Tanto positivas como negativas.

¿Era Celia realmente la que decía ser? ¿Que esconden sus padres al respecto de los extraños sucesos? ¿A quien llamó ella la noche que se esfumó? ¿Cual era ese proyecto llamado El último hombre muerto, del cual ella solo habia escrito el titulo?

Siempre quise escribir una novela del genero novela negra. Tambien siempre creí que empezaría con El Demonio Blanco, Dos cucharadas y media de azucar o quizas ¿Donde está Denisse? (siendo esta ultima la unica que podría tener parentesco con esta). Pero es curioso como solamente un poco de frío y la pura idea de algo de actualidad pudiera convertir todo esto en un proyecto principal.

Lo interesante de esta historia es que por primera vez es la misma la quien me guia a mi, y no al revés, como estaba acostumbrado.

Ni siquiera se bien si será una novela o solo un cuento extenso y funesto. Tal vez solo serán notas al azar de una dimensión desconocida donde aún se ve todo a blanco y negro. Sombras trascendentales y el monocromatismo a flor de piel.

Sin embargo, y pensando bien en ese defecto mio de nunca terminar lo que hago, espero poder finiquitar al 100% un trabajo que hace que me desvele mas de lo habitual.

Aunque claro que bien acompañado. Porque la novia mantiene sus ojos abiertos a cualquier nuevo mensaje que pueda llegarle de mi parte.

Y por supuesto, lo mismo sucede de este lado de la ventanilla.

Salud.

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