jueves, 8 de abril de 2010

Noches de Arrabal (I)


Al principio, cuando entré al Chango's Bar, no imaginaba realmente lo que conllevaría firmar tal pacto con el diablo.

Tenía una idea, claro está, de que en ese nuevo espacio, con nueva gente y nuevos ecosistemas y faunas naturales, las cosas serían bastante distintas a cuando estuve en el Chambimbe.

Sin embargo, no tenía idea de cuanto.

Desde que estoy ahí, la vida nocturna a pasado de ser tranquila a poco a poco llevarme a un estatus de incertidumbre en el que regreso a la conciencia a la mitad de la madrugada, con una música estúpida de fondo y seres curiosos bailando frente mío.

Y es que estas son noches de arrabal.

Repentinas, no planeadas, a falta de estrategia y seguridad.

Y todavía puedo recordar muchos de esos lugares. Y todavia puedo pensar en que ese mundo, tan extraño, me paresca ahora de lo mas normal; aun y al pesar de que despierte a media madrugada, con una musica estupida de fondo y seres curiosos bailando frente mio.

Entre lo mas comun se encuentra el famoso tour de prostitutas. Que es como ir al zoologico.

Vas, miras, te emocionas, te desepcionas, y nunca te vas a casa con un animal de los enjaulados.

Lo ironico es la distincion. Porque hay mujeres bien vestidas, y hay otras mal vestidas.

Y de repente te das cuenta de que las bien vestidas son trasvestis y hombrezuelos y que las mal vestidas son las verdaderas mujeres.

¿Sindicatos? ¿Reglamentos? ¿Estatutos? Ni idea.

Seguido de ahí, los Table Dances no son mas que casetas terapeuticas de sentarse en la silla y contarle tus penas, sueños o miedos a una completa desconocida.

Hay unos mas que son mas los que hablan con el dinero, pero el caso normal es conversar.

Ni siquiera el morbo, ni siquiera el deseo o la lujuría.

Solo platicar, tratar de curarse la noche y tomarse una cerveza con un cigarrillo en un ambiente nebuloso.

Y es bastante hilarante todo el conjunto de elementos que hacen de ese mundo un mundo surrealista. La voz anfitriona, la música que cambia de color, los asientos de cine y la erección que nunca llega, pero que sabes que no importa si viene o no.

Entonces vamos a La Rumba y es ver lo mismo, pero sin las mujeres despojandose de las ropas. Es mas bien una pista de baile.

Las ficheras ya no son terapeuticas. Cobran hasta por platicar y el baile es con ropa, con limite de tiempo.

Ahi hay que cuidarse de todos. La música pasa a ser una cumbia repetitiva, o una norteña sin botas, que lleva a todos los malos oidos a la pista.

La cerveza es barata. La platica pobre, aun con los amigos. Y no dejas de pensar que muchos ojos te observan a que des un falso paso, que mires accidentalmente a una de las mujeres o que saques algo de los bolsillos que no pertenece ahi.

Eso, solo una vez a la semana. Pero hay todavía otros mundos que no he explicado, pero que será narrado mas adelante.

Cuando yo vea que puedo empezar a entenderlo.

Salud.

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