martes, 7 de octubre de 2008

Lo que nos queda


Todo parece haberse ido, aunque sea parcialmente, al carajo.

Y no es que sea un exagerado, pero diganme ustedes, lectores, si no sintieran lo mismo al perder su tercer trabajo en tres meses.

Ojo, para los que estan a punto de señalarme con los dedos: el bar donde trabajaba, Escorpion's Bar Lounge, fue comprado este lunes, dejandonos a todos los empleados en la calle.

Y a mi me pesa bastante, no solo por el hecho de volver a salir y buscar trabajo, sino por el hecho en que estoy obligado a hacerlo, por las severas deudas que me acomplejan.

Creo que ya es tiempo de cambiar de profesion, aunque ser mesero y barman tenga sus encantos de sorpresa. Al fin y al cabo, le saque el suficiente provecho como para escribir mi novela.

Ahora que, dejando eso de largo, varia gente con la que comparto (muy pocas pues no le doy derecho a mucha) se ha visto envuelta en problemas personales, haciendome pensar bastante en ellos.

Solo por eso me es dificil decirles pendejos sin poder evitar pensar en que son mis camaradas, aunque indudablemente lo sean.

Esperando que todo salga bien, y, cambiando de tema, la escuela sigue igual, con la unica diferencia de la clase especializante Relato de Ficcion, que me funciona bastante como pila recargable al intelecto literato.

A pesar de que el resto de la clase es bastante ignorante en el tema y suelo recurrir al asco con solo escuchar sus monotonos relatos.

Estoy deseando ya terminar mi cuento, El hotel azul de mademoiselle Lucy, pero esto de desarrollar narrativa existencialista es bastante complicado, y cualquier error podria hacer perder el hilo y la concentracion a cualquiera. Debo tener sumo cuidado.

Proximamente solo queda buscar un nuevo empleo. Octubre acaba de empezar asi que debo verlo con optimismo...

...y donde, por cierto, empezar a verla en cada rostro me esta volviendo loco.

Debo invitarla a salir, terminar con todo esto y volver a mi ingrato de escritor.

Magnifique.

Salute.

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