miércoles, 25 de abril de 2012

Y el libro se quedó sin fiesta


No tenía ni tres años cuando ya me gustaba agarrar cualquier cosa que tuviera letras y me pusiera a leerlas, estuviera donde estuviera. Mas tarde las cajas del cereal y los cartones de leche no eran suficientes y pasé a algunos libros mas sencillos. Estos se convirtieron en literatura juvenil y más tarde en el realismo ruso (donde, a partir de aquí, todo fue un cosquilleo constante en el estómago).

Hace un par de días se celebró el Día Internacional del Libro (23 de Abril) y aunque es una fiesta reciente no voy a censurar el desagrado de saber que muy pocas almas en el fuero se dieron cuenta de ello.

No estoy diciendo que se necesite que sea esta fecha para que todos nos sentemos alrededor de un buen libro a digerir una historia, ficticia o real, sobre lo que sea. No hace falta que digamos: "¡Feliz dia del libro, voy a leer algo!" si realmente no vamos a hacerlo.

Creo que el problema radica en a pesar de que la lectura se ha ido extendiendo con las nuevas propuestas (bastante malas, pero al menos ya tenemos lectores) literarias como lo son la saga de Twilight, The hunger games y otras más; aún así el lector promedio no está familiarizado con el mundo real que viene siendo el que está detrás de todas las letras.

Muy pocos sabrían decir cual fue el último ganador del premio nobel de literatura. Muy pocos sabrían decir cual es el libro mas famoso de Murakami, o de Cortazar o ya de perdida de Gabriel García Marquez (hay unos pequeños lectores que si pueden llegar a mencionar a este último, pero como es tan malo no voy a tomarlo en cuenta).

Todavía uno pensaría que la ciudad haría un paréntesis en su festival para dedicarle aunque sea un pequeño espacio a la lectura, al libro, al placer de sentarse a leer. La mayoría de estos seguían enfrascados en luchas prepotentes de música popular mientras que los pocos que hicieron algo dieron a conocer sus planes a muy tarde tiempo.

Si los nuevos lectores se enfrascan en las nuevas propuestas, al menos los autores de dichas obras deberían hacer algo para seguir promoviendo la lectura y no sólo en el aspecto de comprar SUS libros, sino en el de leer de todo. Cualquiera puede vender, pero no todos pueden hacer que la gente lea.

A casi 16 años de la nueva festividad, pero a cientos de años más atrás de literatura y poesía ¿Hay algo realmente que debamos festejar? Los escritores nuevos, o los viejos escritores siguen una estructura siempre parecida y ya es difícil encontrar una obra deliciosa. Aunque no digo que no las haya.

¿Será a causa del éxito de franquicias literarias de pobre contenido que los escritores de antaño han tenido que someterse a una riguroso cambio narrativo? La pura idea me aterra y me hace perderle el respeto a los que profesan el buen y honesto oficio (honesto como crítico y puro, no tanto por sincero y decadente).

Algo fastidiado por ver el pobre homenaje al santificado sea tu nombre de los libros, me hace voltear a ver mi escasa biblioteca y sentirme orgulloso de lo que he ido recolectando con los años. Tal vez no sea la Biblioteca Palafoxiana, pero puedo decir que es mía y que en sus letras he pasado largas noches, algunas bebidas, lágrimas sinceras y emociones al filo de mi asiento.

Sí, hace tiempo aplaudí el que los libros modernos de fácil popularidad al menos estaban incitando a la lectura, creyendo que todo terminaría como efecto dominó. Un libro detrás del otro. Sin embargo ahora hago un llamado de atención a todos los que siguen sumidos en esa estúpida lectura.

¡Salgan! Busquen a la gran ballena blanca, embarquense con el capitán Ahab o viajen a la isla desierta del tétrico señor de las moscas. Dense la vuelta por las calles de San Petersburgo hasta que se encuentren con la pequeña Nelly y se les derrita el corazón helado. Viajen en globo o hasta el centro de la tierra, no hay limites en la imaginación.

Cuando vuelvan al mundo real, se darán cuenta de que parte de aquellos universos le acompañarán por siempre.

Como me ha pasado a mi desde que caí enamorado de la literatura.

Salud.


PD: Mando al diablo a quien me compita lo contrario. Es mi Delirium Tremens, después de todo.

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