Ciao, Chambimbe bambino...

Era un frío dia de Febrero, a causa de fuerza mayor (bueno, que en ese entonces era fuerza mayor) comenze una de esas busquedas epicas por encontrar trabajo. Acostumbraba salir diario, expediente en mano, a tocar y tocar puertas en busca de un empleo que no consumiera fines de semana (vease causa de fuerza mayor) y me diera excelente seguridad economica.

Estaba atontado por una blanca morochita, extrañamente.

Despues del horror de laborar para la empresa Seven Eleven, me vi entonces perdido, despues de algunos meses de busqueda, al epicentro de Zapopan, aquel pequeño gran Rancho, compañero tapatío.

Decidí que, al igual que Travis Bickle en Taxi Driver, debia encontrar una forma de aprovechar el desacato del insomnio en algo revituable, algo de provecho; y me decidí a dejar mis procesos en algunos bares del sur.

Justamente, Chambimbe fue el unico en darme refugio en su seno.

Chambimbe es un restaurante-bar en el centro historico de Zapopan, justo donde el andador pierde su nombre y se topa con el titan de un arco.

Existieron incluso varias etapas dentro de mi estadia en esa segunda casa que nunca terminaria de describir. Los primeros meses, los de novato, donde conocí a a personas muy agradables; los segundos tantos, donde explotó mi alegría y confort; y por ultimo, los incautos y tensos finalistas, donde conseguí muchos amigos, muchas experiencias, pesadillas, mujeres, cigarros, alcohol.

El bar fue el perfecto ambiente para un sociologo, para uno de esos obsesivos que luchan con la practica de estudiar al ser humano y su comportamiento con la sociedad. Y bebí, por mujeres y por mas mujeres. Y me inspiré, con alcohol y cigarro, mucho cigarro. Y por supuesto, reí.

Hoy, sabado 2 de agosto, aquella etapa ha terminado, a culpa de algunos terceros que no tengo la gana de mencionar. Me despido de mi gente, de esos hermanos, mis amigos.

Me despido de ti, Chambimbe, dulce choza mia que me hizo crecer veloz y fugaz.

Salud.