lunes, 24 de enero de 2011

The good heart


Hace cinco años, cuando empezaba a frecuentar la Ciudad de las plumas, recuerdo que había un sitio donde siempre llegaba y me tomaba algo en pro de sentirme parte del mundo Angelopolis.

Era un lugar tranquilo, de buena música y excelente servicio. Con mas de 40 años de experiencia en el gran Barrio del Artista y era inevitable no pararse a saludar.

Cuando volví de nuevo, tras tres años de silencio, fue exactamente el mismo sitio que me recibió con "Y nos dieron las diez" en un altoparlante, motivando mi deseo de volver a ver a la mujer de mi vida y hasta me regaló el instante para sincerarme entre sus brazos.

El Café del artista es ahora también un nuevo hogar. Es el nuevo sitio de interés, la nueva fuente de trabajo.

La sangre que me habla, mi propia sangre, no puede evitar la constante aparición de bares en mi vida. Para tomar, para conversar, para escuchar y para trabajar.

Es la enciclopedia humana. Es el observatorio a nivel del mar.

Es el barco que siempre suelo navegar. Con los años, tras años, tras años.

Lo bueno del nuevo páramo es que el horario ha disminuido para mi satisfacción. La paga es buena y solo es ir dos o tres dias a la semana y asi ayudandome de esta agraciada coincidencia, empezar y terminar proyectos que he ido dejando a un lado a causa del desempleo.

El lugar no es muy alejado de casa. Las propinas son cautivadoras y el ambiente, musical y social, satisfacen este buen corazón de servir a quien deba ser servido. A escuchar a quien debe ser escuchado.

Y de soñar y realizar, con lo que desde inicios del año ya estamos construyendo la novia y yo.

Y con esto... falta menos. Cada vez menos. Y cada vez mas; más bares, al parecer.

Salud.

2 comentarios:

Gessekai dijo...

Iba a poner algo feo, pero ya se me olvidó. Felicidades por el nuevo trabajo c:

J.P. Medina dijo...

Gracias, Chamacona. Ahi ya estamos echandole ganas a pesar de las incomodidades.

Al menos hasta que consiga algo mejorcito.

Salud.