domingo, 15 de agosto de 2010
La vida que cuenta
-No se, como que a tu lado todos envejecen mas rápido, Pavel.-
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El resto seguía con una risa mía estrepitosa y el cuestionamiento exagerado de la novia al telefono.
Debo creer que tiene razón, al fin y al cabo.
A partir de mañana todo se habrá acomodado a la nueva vida.
Se ha terminado la espera por un trabajo, la novia entra a la escuela, las fechas literarias se aproximan y el salario será hincapié para una estabilidad personal mas allá de lo acostumbrado.
Por suerte el horario se acomodó tan bien y a tal modo en el cual puedo escribir, ver a la novia, comprar mis cosas y divertirme en la noche (sin extralimitarme a cuestiones ajenas y antiguas).
Anoche, coincidimos una platica profunda, dos cigarrillos en la avenida y dos años de diferencia.
El muchacho me recordó mucho a mi yo criminal. Así como a mi yo romanticista, a mi yo ingenuo y a mi yo enmascarado.
Tambien me recordó mucho el bar. Eso era, un cliente de bar perdido entre muchas ventanas que daban a quien-sabe-donde.
Ya no recuerdo muy bien como es sentarse detras de la barra.
No puedo decir si eso es bueno o malo, porque las historias que transcurrian ahi eran lo que mantenia mi experiencia alimentada, pero era un mundo caotico y frío donde lo unico realmente verdadero era el boleto de ida, no el de regreso.
Hace un mes fui a un bar de por la zona. Quizas hace un poco mas.
El estilo era un poco menos arguendero, pero si un poco mas estilizado.
Al fondo se escuchaba Pavarotti y yo pensando que ya no recordaba como era sentarse detras de la barra.
Esa vez: empapado, con la chaqueta a goteras, el cabello revuelto y pidiendome una cerveza.
La platica escasa, quizas hasta monotona. Una cerveza fría, pero no realmente apetecible.
Los sueños de encontrar trabajo, de no estresar a la dama con mi desempleo, de tener de nuevo tiempo para mi, para ella, para ambos y para nosostros.
Entonces la platica de anoche era mas bien una pincelada de distintas ideologias politicas, sociales y espirituales.
Otra vez el choque de prioridades y aun la gente no entiende que se deben equilibrar, no asumir unas ante las otras.
Un blues muy nostalgico seguido del irreverente Big Band, tan acomplejado, tan mandado a hacer.
Quizas solo faltaban las mesas, las bancas y las cervezas, pero fue una conversacion agradable con alguien ajeno a mi circulo actual.
Y la platica me enseñó algo. Que la vida de antes no existe como tal.
La vida que cuenta... es esta. Donde me levanto temprano para ir a trabajar, donde espero a la novia en mi curiosa oficina, donde comemos, donde la espero al salir o tal vez no. Donde llego a casa y veo una pelicula, o veo una serie, o leo un libro o escribo alguno. Que sino salimos, paseamos y le regalo un ramo de rosas. Porque las flores le encantan. Cualquiera.
La vida que cuenta es esta. Donde no podría pedir mas allá que su seguimiento.
Constante y preciso.
Y claro, en Domingo, no podría faltar Piano man para el resto de la mañana.
Salud.
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2 comentarios:
Oish,yo nunca pregunté mucho, solo me llamó la atención que te rieras como anciano con laxante nuevo C:
Aw mira, te comento para que tu blog no se sienta solito.
Felicidades por el trabajo y la estabilidad. Y por los cuarenta y diez recien cumplidos. Nos jodimos, al menos aparentamos cuarenta y nueve.
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