No, vamos, no. Dalai Dalama mis huevos, que la paz interna y la vida de equilibrio espiritual se vayan al diablo. Que no sea un apegado a las cosas materiales no significa que tenga una definicion profunda para ello.
No, simplemente me parece que las cosas estorban despues de un tiempo.
Me conocen, saben que soy un chico sencillo con necesidades sencillas. Que soy feliz con una pluma y un papel, un poco de café por las mañanas, la cama siempre suave y calida (no una exagerada, quiza una donde quepa bien, y si es el caso, quepamos dos gatos acurrucados); la comida recalentada, la cena de un escoces en las rocas, cigarros y más y más letras.
Asi que ¿Para que apegarse a cosas que solo incomodan los codos en la mesa?
Decía Stephen Vizinczey, entre sus mandamientos del literato:
2. No tendrás costumbres caras.
Un escritor nace del talento y del tiempo... Tiempo para observar, estudiar, pensar. Por consiguiente, no puede permitirse el lujo de desperdiciar una sola hora ganando dinero para cosas no esenciales. A menos que tenga la suerte de haber nacido rico, es mejor que se prepare para vivir sin demasiados bienes terrenales.
Es cierto que Balzac obtenía una inspiración especial de la compra de objetos y la acumulación de enormes deudas, pero la mayoría de las personas con hábitos caros son propensas a fracasar como escritores.
Es preciso decidir qué es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No hay que atormentarse con ambiciones contradictorias.
Y no, no es que mi repudio al objeto y la compra venga de este hombre (que ni bien lo conosco ni un poco) pero cabe destacar a traves de otras experiencias pragmaticas lo que es vivir sencillo y estar comodo con ello.
En estos tiempos causa risa el robot en que se ha convertido la gente. Reemplazandose piezas cada seis meses. Walkman por discman, discman por MP3 y entonces llega el Ipod. Modas casi circulos viciosos. Famosos un tiempo, declives y regresamos a lo "in".
Los celulares ¡Que increiblemente hilarantes son esos aparatos! Son todo menos celulares ya. Son MP3, camaras de video, de foto, computadoras, videojuegos, grabadoras de voz... todo menos lo que deberían ser.
Curioso ¿No?
Y sin embargo, hay unas cosas que si me importan. Algunos regalos que he obtenido a lo largo de mi vida y que pueden significar tanto como nada. Un llavero, un broche, un encendedor o una paleta. Una blusa, una tarjeta o un collar.
Esas son cosas que tienen a una persona con rostro y pasado que me hacen de ellos apegarme a los objetos. Los mas importantes.
Por ello, perder uno de estos me resulta estupidamente irritable. Es una desesperación con rabia, con tristeza, por los nombres dados. Como faltarles al respeto (a los que no me gusta faltarselos, a los que si me importan, que no se emocionen los extraños).
Lo que no me interesa, lo que no me resulta necesario... eso si prevalece. Pero un detalle querido, perderse, es solo simbolo de la ironia y uno que otra ley de Murphy.
En fin. Solo queda disculparse con el que lo ha regalado o conseguirse otro objeto igual para evitar conflictos materialistas.
No es por bastardo, solo detesto los golpes bajos.
Salud.
PD: Mando al Diablo a quien me compita lo contrario. Es mi Delirium Tremens, despues de todo.